lunes, 13 de diciembre de 2010

EL CALLEJÓN DEL SANTO CRISTO

 Uno más de tantos días, me encuentro con uno más de los rincones de esta ciudad.
Diez de la noche de un día de Noviembre y... al pasar por la Plaza del Santo Cristo,
de repente, un deseo irrefrenable de colarme por el callejón y cambiar el recorrido a casa.
Y entro en el maravilloso mundo de la intimidad de un pueblo que aún siendo de dominio público, conserva lugares como este par de calles que parecen perdidas en el tiempo.
 Los vecinos al resguardo del hogar nos dejan su tarjeta de visita engalanada y recelosa de la mirada ajena.

Nos miran y nos escuchan tras las ventanas y sienten como invadimos sus espacios, reservados a las gentes del pueblo que se miran a los ojos y se saludan con la mano, se preguntan por la salud y comparten el caldo.



Yo que vivo aquí hace tanto, todavía me considero extraño.

Y me siguen sobrecogiendo momentos y rincones de este espacio.





Tanto me maravilla la limpia luz del día, como la quietud nocturna que envuelve la vida intima de un pueblo que duerme.