martes, 26 de julio de 2016

Vuelta a la casa familiar

Ha pasado tanto tiempo.
Tiempo en que volver a casa se hacía sin ilusión, sabiendo que no habría risas, ni celebraciones, ni reencuentros, ni tan siquiera descanso.
Cuanto me faltó esa dulce tranquilidad de sentirte arropado, seguro, sin necesidad de decidir, de sopesar opciones, de oponerse o seguir la corriente. De sentirse protegido como en el vientre materno, mecido y cuidado.
Y ahora esa sensación ha vuelto como un regalo y sabiendo que no será eterno no dudo en disfrutarlo, en hacer de descuidos , milagros; del volumen alto, mi descanso; de una porra, el manjar deseado; de las críticas o reproches el chiste buscado para romper la casa en risas y terminar llorando.
Me fui pronto de la casa familiar y ahora al cabo de los años cuando cada vez las visitas se iban haciendo más cortas y espaciadas , siento que esta paz , vacia de apremios, responsabilidades, preocupaciones y llena de momentos que se saben irrepetibles me atrapa y hace que el tiempo se haga corto y al mismo tiempo infinito, multiplicando los recuerdos con cada pequeño gesto.